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El impacto económico del turismo cultural

El impacto económico del turismo cultural

Una política cultural, según afirma Néstor García Canclini, es un ‘conjunto de intervenciones
realizadas por el Estado para orientar y dar respuestas a las necesidades culturales de la población’.

Es decir, que mientras por un lado una sociedad demanda acciones, por otro el Estado puede y debe orientar en la generación de demandas. Pero además, esta orientación no necesariamente debe venir de la mano de políticas instrumentadas desde el Estado, sino que puede generarse desde una asociación civil o de un grupo organizado de la comunidad.

El ejemplo local por excelencia es el trabajo realizado por la Fundación Urunday, organizadora de la Bienal Internacional de Esculturas y otras tantas actividades relacionadas con este arte y que en el año en curso cumple 30 años consecutivos de intensa labor. Ellos gestaron un política cultural que en 1988 no respondía a la demanda de una mayoría social, pero supieron ‘orientar’ en el sentido expresado por Canclini- para que hoy, tanto la bienal como el Museo de las Esculturas Urbanas del Mundo (Museum) y el emplazamiento y mantenimiento de las esculturas de Resistencia constituyan una necesidad cultural, logrando que todo el conjunto mencionado forme una parte fundamental y en continuo afianzamiento de la identidad cultural de la ciudad y la provincia del Chaco.

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Un espectáculo callejero en San Fermín, otro de los destinos del turismo mundial.

Sabemos según datos publicados en varios medios periodísticos-, que la Bienal 2018 tuvo una concurrencia de unas de 650.000 personas en ocho días. Y sabemos que su costo fue de más de un millón de dólares financiados mayoritariamente a través de una invaluable herramienta para la gestión cultural promovida y sancionada durante la gestión de Marilyn Cristófani como Subsecretaria de Cultura: la Ley de Mecenazgo. Sin embargo, nos hacemos la siguiente pregunta: ¿existen datos sobre el impacto económico de la bienal en la ciudad de Resistencia?

EJEMPLOS EN EL MUNDO

Siempre vale tomar ejemplos de lo realizado en otras ciudades del orbe que nos orienten en el tema planteado. La festividad de San Fermín, que se lleva a cabo en la ciudad de Pamplona, Comunidad Foral de Navarra, España, entre el 6 y 14 de julio de cada año, convoca a casi 1,5 millones de visitantes que disfrutan durante esos días de casi 500 actos festivos destinados para todo tipo de público, tiene un costo que financia el ayuntamiento de 3,6 millones de euros y moviliza enormemente la economía, produciendo un ingreso de 170 millones de euros en ocho jornadas.

Los entes oficiales de turismo y cultura organizan además excursiones a ciudades y sitios emblemáticos cercanos, tales como los castillos de Olite y Javier, Monasterios de Leire, La Oliva, Iranzu, e Irache, pueblos como Artajona y Lerin, ciudades como Lizarra, Tafalla , Sangueza y Tudela, de tal forma que un visitante de otra ciudad de España u otro país europeo, tiene variadas alternativas de ocio y disfrute que se agregan a la fiesta convocante, y que constituyen fuentes generadoras de trabajo e ingreso de divisas al comercio y pequeñas empresas prestadoras de servicios.

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El Guggenheim Bilbao, un polo de atracción para varios visitantes.

Otro modelo que cabe mencionar es el del Museo Guggenheim Bilbao, inaugurado el 19 de octubre de 1997 con un costo de construcción de 133 millones de euros algo muy criticado en su momento por un amplio sector de la ciudadanía vasca-. En 1998, el llamado ‘Efecto Guggy’, había generado 190 millones de euros en gastos directos de los visitantes y creado casi 4 mil puestos de trabajo. En 2002 el aporte del turismo fue de 143 millones, en 2006 de 233 millones, en 2011 de 350 millones, y en 2016 de 495,5 millones de euros y con 1,3 millones de visitantes (que generaron un ingreso directo de 32,5 millones dentro del museo).

Lo mencionado constituye una prueba elocuente de que la cultura es una alternativa de progreso económico, que crea empleos y producen ingresos directos e indirectos de recursos cuando es gestionada con profesionalidad y en forma eficiente. Turismo: ¿naturaleza o cultura? Ya en otras oportunidades hemos expresado que se torna difícil insertar al Chaco en el mapa turístico nacional para lograr turismo argentino y extranjero que es en definitiva el que permite la generación genuina de divisas a la provincia-, si nos basamos en nuestra riqueza natural. En esto hay que ser realistas: ¿cómo se puede competir con las provincias vecinas que tienen las Cataratas del Iguazú y los Esteros del Iberá?

Incluso Formosa, con el Bañado La Estrella, logró ser incluida en las Siete Maravillas Naturales de Argentina quedando afuera la propuesta chaqueña de Campo del Cielo. Obviamente existen en la provincia interesantes sitios naturales como el Parque Nacional Chaco, El Impenetrable y hasta el mismo río Negro a Campo del Cielo lo consideramos como paisaje cultural-, que pueden ser explotados para el turismo y ser complementarios para diagramar circuitos turísticos que sumen a la oferta cultural ofrecida. Pero no creemos que puedan llegar a ser los motores dinamizadores que nos permitan competir para atraer turismo desde fuera de los límites provinciales.

Entendemos que es indispensable recurrir fundamentalmente a la cultura si pretendemos buscar alternativas económicas para generar trabajo y mejorar la calidad de vida de muchos chaqueños

Por ello, entendemos que es indispensable recurrir fundamentalmente a la cultura si pretendemos buscar alternativas económicas para generar trabajo y mejorar la calidad de vida de muchos chaqueños. Hemos mencionado a la Bienal Internacional de Esculturas como el evento cultural más importante que tenemos. Nos falta decir que, según informe emitido por la Fundación Urunday, de los 650.000 asistentes en 2018, sólo el 12% no vive de Resistencia (78.000). Además, el 45% de ellos son de otras localidades chaqueñas (incluyamos Barranqueras, Fontana, Tirol, etcétera), de tal forma que los visitantes de otras provincias suman un total de 43.000, y de los cuáles debemos restar 3.000 que vienen de la ciudad de Corrientes en un viaje de ida y vuelta sin pernoctaciones en la ciudad.

Estas cifras son importantes y ubican a la Bienal como el evento cultural más trascendente que tenemos los chaqueños, pero por sí sola nos ubica lejos de los ejemplos mencionados: en el Guggenheim de Bilbao los turistas extranjeros representan alrededor del 65% del total -640.000 personas-, visitantes del Estado español el 21% -273.000-, y vascos solo el 14% – 182.000-. Respecto de las provincias vecinas, podemos aportar los siguientes datos.

En Corrientes, la cantidad de turistas que recibe al año ronda los dos millones, atraídos por las bellezas naturales como playas y Esteros del Iberá-, por actividades culturales de envergadura -como la Fiesta Nacional del Chamamé, los carnavales, Taraguí Rock-, celebraciones religiosas -de la Virgen de Itatí y Gauchito Gil-, entre otras. Esto favorece sin dudas el crecimiento de inversiones privadas, pues la provincia cuenta con más de 600 establecimientos que brindan alojamiento y 80 agencias de viajes.

Misiones, por su parte, logró que en 2018 el Parque Nacional Iguazú tuviera más de 1,5 millones de visitantes con cerca de un 40% de extranjeros y el 60% restante de argentinos, que en una inmensa mayoría no eran misioneros. Además, integra en muchos casos la visita a las cataratas con recorridos culturales a los museos y sitios históricos de las misiones jesuíticas. Esas cifras que nos sirven de ejemplo, marcan el contraste con los turistas que visitan el Chaco, y que en 2018 fueron 200.000 según datos que aporta el INDEC, a pesar de que el Observatorio Nacional de Turismo ubica nuestra provincia en el décimo lugar de destino de sede de eventos.

LA CULTURA COMO POLÍTICA DE ESTADO

Mencionamos la Bienal Internacional de Esculturas como el evento cultural más trascendente que tenemos los chaqueños, pero por sí sola y considerando que se realiza cada dos años-, no alcanza. En la provincia del Chaco se hace necesario implementar una política cultural que, como lo expresa García Canclini, no se limite a satisfacer las necesidades culturales de la población, sino que se enfoque también en ‘orientar’.

Es decir, en ‘crear necesidades culturales’. Tomar el ejemplo de la Fundación Urunday en este sentido sería el camino correcto, y debería realizarse desde el Estado. Las acciones culturales deben ser encaradas más allá de actividades que reflejen nuestra identidad, como instrumentos que fomenten la economía provincial, generando fuentes de trabajo y favoreciendo el flujo de divisas desde otras provincias y del exterior, porque como expresa Sánchez Gardey en ‘Impacto económico de la cultura’, ‘los sectores culturales representan uno de los nichos más importantes de oportunidades empresariales y, por tanto, de empleo en la economía del siglo XXI’.

Entendemos que la naturaleza por sí sola ubica al Chaco en inferioridad para competir con provincias vecinas. Sin embargo, la cultura nos muestra fuertes, capacitados y experimentados. Organizar eventos, festivales y encuentros artísticos nos permitiría movilizar recursos internos y generar ganancias para determinados sectores. Pero si se orientan a promover la atracción foránea y retener el flujo hacia afuera, es verdaderamente cuando se motoriza la economía y permite mejorar la calidad de vida de nuestra gente.

Se hace necesario entonces diagramar una política cultural que contemple acciones en ese sentido, invertir lo necesario y trabajar mancomunadamente entre el Estado, empresarios del sector y la sociedad civil para lograrlo.

 

Fuente: http://www.diarionorte.com/article/184710/el-impacto-economico-del-turismo-cultural