Lenguaje

Bienal de Esculturas en Resistencia: una fiesta cercana de las formas

En la capital de la provincia del Chaco, en Argentina, concluyó el domingo 24 de julio un concurso escultórico de fama internacional. Celebración de un arte milenario que siempre encuentra la manera de cautivar, tiene la particularidad de que los 10 escultores seleccionados entre aspirantes de todo el mundo trabajan al aire libre con bloques de mármol travertino, en permanente contacto con el público. A la par se desarrolla una gama de eventos artísticos y culturales a los que acuden multitudes.

El rumano Petre Virgiliu Mogosanu, con su obra “Tensiones en la naturaleza”, ganó el primer premio de la XII Bienal Internacional de Escultura de Chaco 2022, mientras que el argentino Juan Pablo Marturano, con su obra “Más allá de las nubes”, obtuvo la distinción del público.

Sodong Choe, de Corea del Sur, con su obra “Permanencia 2150?, obtuvo el segundo premio y la alemana Verena Mayer-Tasch, el tercero con “Vestido”.

El jurado estuvo integrado por los artistas León Saavedra Geuer, de Bolivia; Francisco Gazitua, de Chile, y Todor Todorov, de Bulgaria.

Mogosanu también ganó el premio de la votación de los niños y los restantes galardones se otorgaron al georgiano Jhon Gogaberishvili, con su obra “Transformación emocional”; Arijel Strukelj, de Eslovenia, por “Tensiones de la vida”. Fueron distinguidos también el ucraniano Ihor Tkachivskyi, por “Nueva energía”, y el albanés Genti Tavanxhiu, por su obra “Señorita”.

Entre los diez escultores participantes de la competencia, que estuvieron trabajando a los ojos del público y a cielo abierto durante una semana, quedaron sin premios el mexicano David Bucio y Ebru Akinci, de Turquía.

Sodong Choe, de Corea del Sur, con su obra “Permanencia ” obtuvo el segundo premio en el certamen.

La seducción de un arte milenario

Las manos hicieron posible la humanidad, fundaron la capacidad de construir herramientas, instrumentos que ayudaron a cultivar y a someter a los animales más feroces del reino natural.

A la par, el habla, el relato se iba formando de hazañas iluminadas al fuego. Fue necesario pintarlas en las cuevas, pero también tallarlas en las maderas de las selvas.

La escultura acompaña al hombre desde tiempos remotos, figuras femeninas celebrando la fertilidad fueron datadas en 35 mil años atrás, cuando comienzan a verse representaciones de los dioses en un tótem de piedra, tronco de árbol o en arcillas de cuidada divinidad.

Quizá lo más atrapante de la Bienal de Escultura de Resistencia esté en ese momento principal, cuando el hombre expresa la idea-forma en la dura materia.

Genti Tavanxhiu es de Albania y está por primera vez en Sudamérica. Acaba de tomarse un descanso luego de una frenética sesión de lijado de la obra “Señorita”, que comienza a asomar en el paseo de los escultores. “Tenía otra idea para hacer, pero al ver la pieza entendí que tenía esta silueta elegante, como una bailarina de tango, y creo que a todos les gusta el tango”, dice guiñando un ojo.

Mundialmente reconocido, el escultor tiene obras emplazadas en Europa y Asia, y se muestra feliz de que esta que acomete quede en Resistencia, que tiene en sus calles más de 650 obras. “La gente es muy buena aquí, me trataron muy bien y espero poder conocer un poco más”, dice contando que irá a visitar el Parque Nacional El Impenetrable, un pulmón verde que asegura será “inspirador”.

Un poco más allá, el coreano Choe Sodong avanza en su “Permanencia 2150?, una pieza que representa la forma celular básica de la vida. “Debemos convivir con la naturaleza, hacer esfuerzos para que nuestra humanidad perviva”, dice resumiendo la idea que busca expresar con la obra constituida por dos piezas: un pedestal y la pieza central, que es enigmática y bella.

Ahora lidia con los asistentes del concurso que deben levantar una sobre la otra. Al parecer no alcanza la fuerza humana, por lo que irán en busca de una pequeña grúa, situación que lo pone un poco fastidioso. Al poco se relaja con los saludos de la gente y en un momento va presuroso a buscar su modelo, graciosamente dibujado en un cartón. “Así va a quedar, espero les guste”, dice y sonríe este especialista en moldear el mármol.

“Tensiones en la naturaleza” se llama la obra del rumano Petre Virgiliu Mogosanu, una pieza cautivante que su autor explica con locuacidad y pasión. “Quiero expresar el movimiento, el cambio, porque si cambian las almas, cambia la materia, espero que se vean las fuerzas en tensión y en equilibrio, ese es el desafío”, comenta y vuelve a calzarse las antiparras, el tapabocas especial para lidiar con el polvillo blanco que va despidiendo el mármol al pulirse.

Traductor mediante, la gente puede comunicarse con los escultores extranjeros, que gentilmente se prestan a conversar y compartir el mundo de artistas habituados al encierro en un atelier.

“Personalmente prefiero las obras que rompen la estructura totémica”, dice María Cristina Matta, periodista cultural chaqueña de destacada trayectoria invitando a reparar en “Equinoccio”, el delicado trabajo del mexicano David Bucio inspirado en la astronomía maya. Una esfera planetaria que recibe rayos del sol, iniciando una nueva etapa temporal.

El arte salió del espacio acotado de las galerías para tener contacto directo con el público, que fue testigo del proceso de creación de las obras.

Gran Fiesta

Durante la semana que duró el concurso pasaron a ver las obras más de 350 mil personas en un evento que tiene a su lado otras múltiples actividades artísticas que van de la música al ballet, de la artesanía a foros de discusión sobre arte y cultura.

Se destacó entre ellos el VII Encuentro de Artesanos de Pueblos Originarios, un verdadero paseo por el arte indígena, principalmente del norte argentino, que vale la pena visitar.

La cerámica, la cestería y los tejidos de los pueblos chaqueños de Argentina, principalmente wichis y qom, tienen, además de belleza innegable, significados profundos que sus hacedores van explicando a los visitantes en un ejercicio importante de acercamiento.

Martina, del pueblo wichi, teje unos finísimos tatú con las fibras que llaman chañar (los hilos del caraguatá). Ella es de Nueva Pompeya, en el corazón del Impenetrable chaqueño, ciudad en la que en verano las temperaturas bordean los 50 grados. El tatú es alimento y es símbolo de sabiduría. “Me lleva dos días hacer cada pieza”, cuenta la mujer, que tiene en la muestra la posibilidad de ofrecer sus artesanías a precio justo, sin intermediarios.

También hay tallas en maderas de miniaturas animales que la gente suele incorporar en colecciones domésticas. Mercedes, que es de El Sauzalito, cuenta que es lo que le compran, pero que en los últimos años la gente fue incorporando a sus casas la artesanía indígena como decoración y que eso al menos los ayuda.

En el gran predio que alberga al Domo del Centenario, el escenario público cerrado más grande de la ciudad, también hubo puestos que ofrecieron gran diversidad de comidas, incorporándose este año algunos que hicieron especial apuesta a los gustos locales en gastronomía, empanadas de chivo o de pacú, por dar un ejemplo de comidas, cervezas artesanales con algarroba o mistol, al hablar de bebidas.

También hubo en el escenario principal al aire libre espectáculos con músicos de la talla de Lito Vitale & Juan Carlos Baglietto; Peteco Carabajal, Anacrusa; La Delio Valdez, la murga uruguaya Agarrate Catalina y los paraguayos Néstor Lo & Los Caminantes.

Este año, encuestando a los asistentes, los organizadores pudieron determinar que el 80% de los turistas concurrieron a ver la Bienal, un 5% fueron extranjeros y un 15% de provincias más allá de la región del nordeste argentino (NEA), número que dan cuenta de un salto cualitativo de este evento, que ya tiene fama mundial y que en dos años más se reeditará.

La alemana Verena Mayer-Tasch quedó en tercer lugar con “Vestido”.