Lenguaje

Bienal Internacional de Escultura: El hombre nuevo, metáfora de acero.

Un día después de terminada la Bienal Internacional de Escultura del Chaco, el diario La Voz de Córdoba (el más importante de la provincia y de mayor tirada de esa región argentina) en su edición impresa y digital titulo “Bienal Internacional de Escultura: El hombre nuevo, metáfora de acero”, bajo la autoría del periodista Alejandro Mareco, quien durante tres días, fue testigo presencial  del fenómeno cultural más importante de todos los chaqueños. Más Abajo les dejamos la nota.


 
Se llevó a cabo una nueva edición de la Bienal Internacional de Escultura en el Chaco. Una decena de artistas de todo el mundo trabajaron con acero. Desde el martes, llegan a la ciudad cordobesa de Marcos Juárez.

 

Por Alejandro Mareco

 

 

Resistencia tiene una manera especial de conmover en los días de julio: es como un oasis de convivencia con el arte hecho forma. El viernes terminó allí la Bienal Internacional de Escultura 2014, la que durante una semana convocó los pasos de vecinos y visitantes hacia el norte de la ciudad, hacia el predio de la Fundación Urunday, allí donde se concentra la intensidad de la creación en plena acción.

 

La ciudad es algo así como un pequeño milagro urbano en el que las calles, las veredas del centro y de los barrios están marcadas por 600 obras de arte que en vez de agresiones sólo reciben miradas.

 

Desde 1988, cuando se realizó el primer concurso nacional de escultura en madera, mucho ha crecido el encuentro, hasta convertirse en este tiempo en acaso el segundo más importante en Sudamérica y uno de los más reconocidos del mundo, como que en cada edición hay decenas (incluso centenas) de artistas de distintos países interesados en participar.

 

De la madera original se pasó a otros materiales como el mármol y en esta ocasión llegó el turno del acero inoxidable, un cambio que sacudió un poco el lenguaje al que venía habituando la Bienal. Es decir, fue asumir otro desafío en busca de ensanchar el horizonte.

 

El tema de este año fue Homo Novus (Hombre nuevo). “Creo que el tema se lleva muy bien con el material elegido”, decía Ilker Yardimcia, de Turquía, quien llamó a su obra Sólo. La propuesta hecha con placas soldadas y atornilladas es una abstracción de la figura humana, aunque su autor prefirió no ahondar demasiado. “El arte no se explica con palabras”, sostuvo, antes de pedir que nombráramos a la universidad de Düzce, en su país, donde da clases.

 

Raúl “Pájaro” Gómez, porteño de Barracas, representante argentino, expresaba su gusto por el acero: por un lado no necesita mantenimiento; por otro, tiene un lenguaje muy contemporáneo. “Con el acero, el escultor es un constructor. Al vacío no lo vemos, pero también es materia al fin”, decía mientras lijaba la cara de lo que sería una cuña que viene a romper las viejas estructuras para crear un nuevo orden económico y social. De eso se trata su obra Sueño y promesa. “Quiero que la cara de la cuña sea como un espejo en el que se refleje la gente, aunque no tanto, si no va a parecer una olla”, soltaba, y se reía de su ocurrencia.

 

Metros más allá, Rubio Harak, de Puerto Rico, decía de la frialdad del acero: “Se aborda dándole una textura y un pulido. En estas obras, el viento puede pasar. El acero invade el espacio pero no lo bloquea”, aseguraba. Su trabajo se llamó El despertar de mi eterno guardián, y en su versión del hombre nuevo había una apelación al despertar de su patria “de su condición de colonia estadounidense desde hace 100 años”. También tenía otra manera de asumir el tema de la Bienal. “Ser hombre nuevo es participar de estos encuentros. Con todo lo que sentí y viví, creo que ya no voy a ser el mismo cuando vuelva”, contaba.

 

Gleb Tkachenko, de Rusia, estaba muy concentrado en su toro. Ayudado –como los concursantes–, por escultores y estudiantes chaqueños, no tenía dudas en el temperamento del mensaje: “Cada persona tiene su propio pensamiento y puede ser tan fuerte como un toro. Esto no es algo que se enseñe, sino que tenemos que aprender de nosotros mismos a ser fuertes”, señalaba tocando su obra llamada, precisamente, Virtud.

 

El peruano Percy Zorrila Soto llamó a su propuesta Creador. “El hombre siempre es nuevo, como que cada instante es nuevo”, afirmaba. Sobre trabajar con acero, contaba que es como recorrer el camino inverso al mármol: “Permite crear vacío; el vacío construye la forma”.

 

Buenas sorpresas

Mientras terminaba las formas de Crecimiento en la vida, el portugués Hugo Maciel mostraba su satisfacción por trabajar al aire libre y junto a la gente que, como a todos los artistas, no dejaba de hacerles preguntas (las chicas traductoras se encargaban de intervenir) ni de acercarles mates, fríos (tereré) o calientes.

 

Un poco más allá, Josef Baier, de Austria, se sorprendía en especial por cómo la gente se demoraba largos minutos viéndolo trabajar, a la vez que reconocía que se aprendían cosas “espiando” a los colegas. Su obra Evolución era un testimonio de la travesía humana con forma de espiral.

 

Thierry Ferreira, el francés, iba de un puesto a otro. Acostumbrado a trabajar con distintos materiales, contaba que atreverse de tanto en tanto con el acero lo sacaba de la zona de confort. “Prefiero mantenerme en la inseguridad, a volverme rutinario”, decía. “Semillas cúbicas” era su aporte al tema de la Bienal. En tanto, el japonés Kei Nacamura (Capullo) y el polaco Piotr Twardowski (Sólo escucha), eran los más apremiados para terminar a tiempo en el concurso que cerraba. Robert Kögel fue el representante de Alemania (Resistir).

 

El prestigioso escultor chaqueño Fabriciano Gómez, inspirador de estos encuentros que se han convertido en un rasgo de identidad de Resistencia, y sus compañeros de la Fundación Urunday (organizadora de la Bienal junto con el Gobierno chaqueño y la Unesco, y numerosos apoyos), podían al fin tomarse un respiro de satisfacción. Habían pasado por la Bienal decenas de miles de visitantes y vecinos de Resistencia. Muchos eran niños, acompañados de sus maestros. “Ellos –decía una maestra– se sorprenden cuando uno les cuenta que no en todas las ciudades hay esculturas como aquí. Lo toman como algo natural”.

 

Aunque eso que hoy fluye de un modo tan natural en las calles de Resistencia alguna vez sólo estaba tallado en la materia de los sueños.

 

Entrevista a Alejandro Mareco durante la Bienal (video)

 

 

 

pueden ver la nota en la página web.

http://vos.lavoz.com.ar/artes/bienal-internacional-de-esculturas-el-hombre-nuevo-metafora-de-acero