Lenguaje

Jujuy estuvo presente en la Bienal del Chaco 2022

Diez escultores del Norte Grande mostraron sus obras en el encuentro internacional. Fernando Cerezo representó a la provincia, invitado para llevar una de sus propuestas

Cada dos años, la provincia de Chaco realiza la Bienal de Escultura, un encuentro internacional de reconocimiento pleno en la escena escultórica mundial. Grandes escultores del mundo estuvieron en escena y en acción, trabajando a cielo abierto y en público, esculpiendo piezas del 16 al 23 de julio pasado.

En el mismo también hubo eventos musicales, cursos y una exposición de las obras de los escultores que vienen a competir a nivel internacional. Este año se sumó la exposición de escultores del Norte Grande, conformada por diez provincias del NOA y NEA (Misiones, Corrientes, Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja y Tucumán).

El artista Fernando Cerezo, rosarino de nacimiento pero radicado en Jujuy hace más de 30 años, representó a la provincia al ser elegido por un prestigioso jurado con su obra “Un pedazo de mí”, una pieza que tiene más de 20 años.

“Fue una sorpresa porque yo nunca envié nada. Simplemente se contactaron conmigo para preguntarme si quería participar con una de mis obras”, comentó a El Tribuno de Jujuy el también profesor y licenciado en Artes Visuales -con especialidad en Escultura-. Respecto a la obra que presentó en la Bienal de Chaco, Cerezo mencionó que “es como la representación escultórica del momento en el que me di cuenta de que nos proyectamos al espacio, tanto social como tridimensional, en pedazos. Y esos pedazos se encuentran con los pedazos de otros y esos van cambiando el rumbo de cada uno.

Y a la vez, esos pedazos también están buscando de nuevo la unidad en nuestra vida”. “Para mí fue una sorpresa porque por otro lado, la verdad que vengo bastante de perfil bajo, sin exponer y bastante metido para adentro. Y viene esto así como un ‘pechón’. Fue un incentivo muy grande porque además ni siquiera lo busqué, me vino a encontrar a mí y en lo personal es como que reafirma esa decisión de volver a salir de la cueva”, agregó el artista. Cerezo además de hacer obras de arte, realiza un trabajo social a través de ellas, con un compromiso hacia la comunidad. “Porque para mí una preocupación era esta cuestión de que el arte es solo para ser mirado y apreciado.

A mí nunca me cerró esto”, opinó el docente y agregó que desde su perspectiva, “el arte nuestro siempre fue utilitario, siempre cumplió una función. Entonces mi preocupación fue devolver esa función y en ese camino laburé con las comunidades de la Puna o con los barrios, por ejemplo”.

“APRENDIENDO A VOLAR” | FIGURA DE 5 CM, CON FUNDICIÓN DE BRONCE O PLATA.

En el año 2000, Cerezo junto a otros escultores conformaron “Tinta Mayo”, un grupo con el que trabajaron desde el lado artístico junto a las comunidades. Sin embargo, luego decidió tomar una pausa por cuestiones personales. Una pausa artística que lo alejó de las salas durante 10 años. “Me guardé totalmente y no volví a participar de nada hasta ahora. Pero nunca dejé de dibujar ni hacer esculturas, fui mutando hacia otros lugares”, dijo. “Igualmente para mí la cuestión de ser artista y ser escultor siempre tuvo que ver con una necesidad interna de que no puedo hacer otra cosa, o sea, para mí la única profesión que me permite insertarme socialmente y a la vez seguir siendo humano es el arte”, agregó Cerezo.

Sus proyectos

Como en todo proceso de cambio que vivimos, Cerezo comentó que antes sus obras eran “totalmente abstractas y ahora soy totalmente realista, con otra mirada, por supuesto pasada sobre mi filtro interno”. Estos nuevos trabajos se tratan de figuras de cinco centímetros en fundición de bronce o plata que representan a la figura humana. Y sin dejar de lado su compromiso social, dijo: “También esas esculturas pequeñitas están pensadas para ser series que yo pueda llevar y armar intercambios con las comunidades alejadas. Mostrar y acercar el arte a esos lugares”. Por lo pronto, el artista indicó que también proyecta volver a armar su taller de trabajo y abrirlo “para que sea un espacio de aprendizaje pero también de experimentación, para que pueda venir la gente joven y hacer intercambios con gente de más experiencia”, mencionó. “Quiero pasar todo lo que a la gente joven le interese y ser yo, mi lugar, mis obras, y todo lo que haga un lugar donde los jóvenes puedan desarrollarse y encontrarse con ese conocimiento”, agregó.

La beta musical

“Me describo como un artista y todo lo que tenga que ver con lo creativo, desde la resolución de un problema, lo hago como artista”, expresó Cerezo tras comentar que también tiene una beta musical en su vida. “De chico quería ser músico y mi viejo no concebía eso. Fue como una frustración que me estoy permitiendo dejar salir ahora”, cuenta. “Siempre fue una gran frustración porque yo nunca me sentí músico porque no había podido y en un momento, por los 40 años, cuando estaba en el taller, me encontré silbando y cantando pedacitos de tangoà”, recuerda. Junto a Javier Simón, músico y dibujante, Cerezo se encuentra incursionando por el ritmo del 2×4. “La verdad que los dos tenemos la necesidad de volver a hacer música. Y yo en este momento quiero permitirme todo”, sentenció finalmente el artista.