Lenguaje

Mariana Giordano: “Resistencia es marca registrada: Ciudad de las Esculturas”

La doctora en historia realizó un repaso de cómo se pusieron en valor los espacios públicos desde los años 30. Habló también sobre las esculturas.

En el marco de la celebración por los 145 años de la ciudad de Resistencia nos encontramos esta semana con la doctora en historia Mariana Giordano. Ha estudiado en profundidad la cultura de esta ciudad, sus esculturas y conoce a sus artistas. Es una gran investigadora, rigurosa y profunda.

Escribió y publicó investigaciones en distintos medios. Nos encontramos en la redacción de NORTE, llegó puntual y con las palabras vivas de la historia. Los dos dejamos el celular a un lado y ese fue el primer disparador para comenzar la charla. Vivimos rodeados de imágenes.

 

— ¿Qué es una imagen?

— La imagen es una construcción social y cultural. En nuestra sociedad y en nuestras culturas no manejamos, no producimos ni le damos el sentido a la imagen que le pueden dar en otras culturas. Por eso decimos que es una construcción. En este sentido tenemos que tener una lectura crítica sobre las imágenes que nos rodean.

 

— Si la imagen es una construcción social y cultural ¿Cómo era esa construcción de Resistencia hacia cien años atrás?

— Para empezar habría que decir que hay dos miradas.  Una es cómo nos veíamos nosotros y como nos veían desde afuera. Me detengo en cómo nos veíamos desde adentro. Por ejemplo, en la década del 20 comienzan a plantearse una discusión estética sobre el estado de las plazas de la ciudad.

Según documentos oficiales de las sesiones de las actas municipales de la década del 30, comparadas con las noticias que salían en los medios, hablaban del estado de abandono de las plazas. Las mismas en esos años eran potreros y estaban cercadas.

La discusión estética llevó a plantear el mejoramiento del espacio público. Se empezó a buscar una belleza en el ámbito urbano. Había que hacer algo para embellecer estos espacios, hablamos de la plaza central de Resistencia pero también de las plazas perimetrales.

 

— ¿Cuándo comienza ese embellecimiento de la plaza?

— A mediados de la década del 30 se va a asfaltar el área periférica de la plaza. Esto es interesante porque el espacio público necesita ser vivenciado de otra manera.
La plaza era percibida desde ese momento como un espacio de encuentro cultural y social. Había para los resistencianos una necesidad de dotar los espacios públicos de un elemento estético. Había una demanda social por cambiar la imagen que tenían los propios pobladores. Unos años más tarde ese será el planteo que se hará desde El Fogón de los Arrieros, particularmente Aldo Boglietti a principios de los 60. El proyecto se llamó ‘Plan de embellecimiento de Resistencia‘. Claramente buscaba dotar a la ciudad de belleza.

 

— Es decir que hubo un proceso, desde aquello que ya vieron en la década del 20 que había que hacer algo con la generación del 60.

— Así es, Boglietti decía que quería emplaza esculturas en las calles pero para eso había que mejorar los espacios público. El Plan comienza con una plantación de flores para mejorar los jardines en la misma vereda del Fogón de los Arrieros. Él convoca a niños porque estaba convencido de que los niños eran reproductores de estas ideas. En ese mismo contexto motivaron a la municipalidad para que mejore los parterres centrales de la ciudad.

Se buscó poco a poco que el embellecimiento urbano tuviera que ver con la naturaleza, ese color verde de las plantas en distintos tonos. Por otro lado El Fogón empezó a emplazar obras de arte. Ellos dieron lugar a algo sobresaliente en la historia cultural chaqueña: Construyeron una marca. El Fogón de los Arrieros construyó la marca de ‘Resistencia, ciudad de las esculturas‘ desde el 60 hasta finales de los 70, cuando deja de hacerlo. Después lo retoman Coproar y posteriormente La Fundación Urunday.

Mariana Giordano.

 

— Esta cuestión de la marca es algo único en la región. Pienso en una ciudad donde se impuso como ciudad de los murales pero su actividad no prosperó, ¿Por qué  Resistencia si pudo extender esta marca desde los años 60 hasta el presente?

— La particularidad que tiene esta actividad en la ciudad viene porque la génesis fue una acción privada. Siempre con apoyo del estado pero el proyecto nace fuera del estado. Cuando la fundación deja de emplazar obras la actividad continuará de la mano de Coproar y Fundación Urunday, instituciones privadas que también cuentan con apoyo estatal para sostener la actividad.

En otros lugares u otras ciudades surgen proyectos oficiales culturales donde siempre están sujetos a la gestión de turno. Entonces ante el primer cambio político, por más buena que haya sido la iniciativa, el proyecto deja de trascender.

El emplazamiento de obras ha tenido una continuidad que genera una apropiación por parte de la sociedad.

 

— Ahí volvemos también al espacio público de la plaza.

— Totalmente. Los concursos de esculturas desde finales de los años 80 generaron un acercamiento de distintos grupos sociales del medio a la producción artística. En ese marco la plaza tuvo su protagonismo. La plaza era un espacio vivencial en los 30, 40 o 50, donde se reunía la familia, tocaba la banca municipal y otras actividades culturales. En los 60 o 70 volvió a ser un lugar de paso. A fines de los 80 cuando se hacen los concursos la plaza vuelve a tener, al menos en un evento, un punto importante de encuentro social.

 

— Hay cientos de esculturas emplazadas en la ciudad, ¿Cómo se mide la belleza de las esculturas? ¿Hay un criterio o más de un criterio para sostener o afirmar su belleza?

— Esta es una pregunta estética y política. El emplazamiento de obras en el espacio público termina siendo un proyecto político más allá de que lo lleven adelante instituciones privadas. La acción del Fogón de los Arrieros fue una apuesta cultural y política.

Tú pregunta se relaciona con diferentes variables que uno puede analizar al momento de valorar una escultura o una obra de arte. Se pueden tomar variables históricas, estéticas, técnicas, políticas y muchas otras más.

Desde el punto de vista de la relación con el espacio urbano también. Las esculturas que se ponen en la ciudad en el 60 y en el 70, son esculturas de salón. Esto significa que son esculturas que fueron producidas para espacios interiores, porque se las presentaba en salones de arte. Aldo Boglietti muchas esculturas las conseguía a partir de los salones de Buenos Aires, algunas premiadas y otras no. En aquellos años donde se emplazan las primeras esculturas no había edificios altos en la ciudad. Aún cuando las esculturas eran pensadas para espacios interiores y se las puso en un lugar público se integraron muy bien. Hoy la ciudad ha cambiado y es necesario en este tiempo tener en cuenta esta variable de la integración de la obra de arte al espacio. Se tienen en cuenta obras que dialoguen con los espacios públicos y con las personas que hacen uso de esos espacios públicos.

 

Arte

Una de las particularidades que dejan en claro la charla con Mariana Giordano es el peso del arte en la ciudad. Además ella pone en valor a la Universidad Nacional del Nordeste porque vuelca toda su producción intelectual y artística en la ciudad. ‘Hay hoy un incipiente mercado del arte. Las ferias y las exposiciones que se han generado. Los proyectos de los artistas tanto de producción como de estancias artística florecieron en el último tiempo y eso es importante.  Resistencia sigue teniendo una actividad fuerte en distintos ámbitos de la producción artística”, expresó.