Un patrimonio monumental

La capital de las Esculturas marcó un nuevo récord: el miércoles 19 de noviembre llegó a las 600 esculturas emplazadas en su espacio público. En simultáneo se inauguraron las 598, 599, 600. La cifra de alto simbolismo vino de la mano de tres autores de renombre mundial.

Las obras N° 598, “La Oración” de Pablo Curatella Manes, la N° 599, “Reminiscencia” de Naum Knop y la N° 600, “Sin Titulo” de Gyula Kosice, tres donaciones de la Fundación Urunday, adquirieron carta de ciudadanía resistenciana.

Con la inauguración de la escultura Número 600, Resistencia marca un hito. La cantidad es extraordinaria y conforma un museo escultórico al aire libre que reúne piezas claves del arte argentino, así como una dilatada muestra de la escultura contemporánea argentina y mundial.

Por ellas, Resistencia recibe el título de Capital Nacional de las Esculturas y en su contexto el Chaco organiza uno de los más prestigiosos concursos de escultura al aire libre del planeta.

600 esculturas que pueblan veredas, plazas, ramblas, parques, producidas en los más variados materiales y con los más diversos tamaños; con una pluralidad estética y una puesta en escena planificada para que su observación cumpla los cánones de la admiración y el disfrute; con el celo de un departamento de conservación y mantenimiento que tiene la ardua tarea, precisamente, de velar por su resguardo, curar sus heridas –si el tiempo o vandalismo lo causaran-, tener en forma sus pedestales, etcétera.

¿Qué es convivir con el arte en la vía pública, caminar y cruzarse cotidianamente con una escultura? Es el derecho a penetrar espontáneamente en el mundo sensible del arte, a leer sentidos, a resolver enigmas, a alimentar nuestro cuerpo espiritual e intelectual.

¿Qué referencia el título de Capital de las Esculturas? El de una ciudad única en su sesgo artístico, valuada por el arte, enriquecida por la belleza, posibilitadora de una identidad que une, que hace emanar orgullo y responsabilidades.

El arte, internalizado en el habitante, termina por convertirlo en custodio, en un ser amigable y respetuoso del arte, un decodificador. Por vecindad y a través de las bienales de Escultura ese mundo antes elitista y extraño deviene patrimonio popular. Por eso sorprende a los visitantes el acompañamiento masivo de la población a los concursos escultóricos chaqueños y sobretodo, que nadie maltrate las obras plantadas en el espacio público; que las esculturas no estén cercadas como sucede en otros lugares. Porque esa presencia “íntima” del arte así como las políticas inculcadas durante décadas, dan sus frutos: el vecino, el transeúnte, respeta la obra de arte.

600 esculturas que tienen un origen y un camino, un timón de inspiración, en cuya ruta se va dotando a esta ciudad de belleza y arte.

Para entenderlo, hay que remontarse a una Resistencia de comienzos del siglo XX, con calles de tierra donde los baldíos pululan, las lagunas definen el paisaje y donde recién ahora los hijos y nietos de inmigrantes han levantado la vista del trabajo y comienzan a dar rienda suelta a sus sensibilidades espirituales.

La Peña de los Bagres con su grupo de inquietos artistas, el Ateneo del Chaco que ofrece desde la actividad privada conciertos de piano y charlas científicas, propician el contexto de un pueblo que viene ya no a resistir en Resistencia, sino a alimentarla de progreso y cultura.

Así es como dos hermanos rosarinos recién llegados a la capital chaqueña, Aldo y Efraín Boglietti, jóvenes aventureros, activos y sensibles imaginan una Resistencia hermoseada con jardines y obras de arte y se ponen manos a la obra. Lo que parece una locura, gracias a sus contactos y bienestar económico se revela como realidad. Invierten en el arte, primero, en un centro cultural de vanguardia, tal resultó el Fogón de los Arrieros que nace en 1943 y desde allí, la fundación por donde se valida la llegada de importantes obras de autores argentinos y particularmente, primeros premios de salones nacionales. Por ello hay toda una estatuaria de bronce y piedra principalmente, con obras de Perlotti, Leguizamón Pondal, Pettoruti, Fioravanti, Lucio Fontana, etcétera, que relata esa primera etapa. Así es como comienza a personalizarse la cara de Resistencia.

El eslabón que sucede en este compromiso de plantar esculturas es COPROAR con la figura de Efraín Bglietti. Tras su muerte y con el legado de las últimas 30 esculturas que constituían su patrimonio, nace la Fundación Urunday un 20 de noviembre de 1989.

La Fundación Urunday comenzó a organizar concursos de esculturas al aire libre, primero en madera y nacionales, luego internacionales y dando cabida a la diversidad de material. Tras más de dos décadas de concursos, la Fundación lleva adelante junto al Gobierno del Chaco las Bienales de Escultura convertidas en un sello cultural del país y el medio por el cual la ciudad de las esculturas sigue alimentándose de obras.

Pero más allá de los concursos internacionales, Fundación Urunday se ha convertido en natural guardián de la escultórica resistenciana y pone en vida un plan sostenido y de crecimiento para dar excelencia a esta ciudad de las esculturas, por caso, la recientemente inaugurada rambla de las esculturas, las proyecciones de concursos escultóricos en el interior provincial, los proyectos de emplazamiento de obras en el conurbano y barrios, etcétera.

“Muchos se sienten orgullosos de vivir en ‘la ciudad de las esculturas’ porque esto no termina en las 600 obras. Tenemos el patrocinio de la Unesco y estamos poniendo la semillita, que está empezando a largar sus primeros gajos, para que algún día vengan a ver qué está sucediendo acá, en qué condiciones estamos y qué posibilidades existen de que seamos patrimonio cultural de la humanidad. Hay que pensar que la Unesco tiene más de 80 mil pedidos anuales. Pero por lo menos estamos intentando que esta ciudad, que es la capital de una de las provincias con más necesidades de la Argentina, se la reconozca como una ciudad cultural, que no es poca cosa. Los pueblos trascienden a través de su cultura. La semilla está bien puesta, la plantita está empezando a crecer; nosotros le ponemos tutores para que se mantenga firme y bien consolidada”, augura Fabriciano.

600 esculturas en la vía pública de una ciudad, es un fenómeno que marca a las claras una fuerte identidad cultural y nadie duda, nos ha enriquecido como pueblo.

La fama y grandeza de un museo, se mide por la calidad de obras y también, en estos casos, por la cantidad.

Si el arte es entendido como un disfrute y reflexión espiritual, la calidad ahondará los sentidos y la cantidad multiplicará la experiencia. Ambos estándares cumple el museo al aire libre de Resistencia, con su variedad caleidoscópica y sus prestigiosos autores.

¿Qué significa 600 esculturas? El gran mérito de un sueño eslabonado a través de generaciones. Y el triunfo del arte en la ciudad y en el corazón pueblo.

Tres obras de valor sustancial

Las esculturas inauguradas pertenecen a tres artistas argentinos de consagración mundial.

La escultura N° 598, “La Oración” pertenece a Pablo Curatella Manes (1891 – 1962), un metal de 400x 200 x 100 cm.. Para el evento se contará con la presencia de su hijo Jorge de 80 años.

Por muchos considerado “ El más importante escultor del Arte de los argentinos”, gran parte de su vida vivió en Paris dedicado también a tareas diplomáticas. Su estilo navegó por el cubismo y el futurismo, movimiento que le permitió abrir su espíritu hacia aventuras de originalidad.

La obra N° 599, “Reminiscencia” pertenece a Naum Knop (1917-1993), construida en chapa sus medidas son de 81 x 44 x 35 cm.

Naum Knop es un escultor reconocido ampliamente en la Argentina y el mundo internacional del arte. En 1964 ganó el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional de Artes Plásticas. En esa época ya había recibido más de quince grandes premios.

La pieza N° 600, sin título, un bronce de 75 x 52 x 50 cm., es autoría de Gyula Kosice (Checoslovaquia, 1924).

Kosice es escultor, plástico, teórico y poeta. El precursor del arte de vanguardia cinético lumínico. Es el padre de la hidroespacialidad y fundador del movimiento de arte Madi y su manifiesto.

Los tres nuevos habitantes que jerarquizarán el Museum de Resistencia, son donaciones son de la Fundación Urunday.